En el mundo del espionaje financiero y las operaciones encubiertas, pocos episodios resultan tan fascinantes y sorprendentes como la fabricación de dólares falsos imposibles de detectar por parte de Corea del Norte. Esta historia, que comenzó en 1989, revela cómo un régimen se valió de tecnología avanzada y técnicas precisas para crear billetes idénticos a los originales, conocidos como Supernotes, que engañaron a bancos, gobiernos y hasta a agencias de seguridad de Estados Unidos. En este artículo exploramos cómo se llevó a cabo esta operación, las consecuencias para el régimen norcoreano y la guerra silenciosa que persiste entre billetes auténticos y falsos.
La creación de los Supernotes: una falsificación perfecta
La trama se inicia en un banco de Filipinas a finales de los años ochenta, cuando un cliente presenta fajos de billetes de cien dólares que, a simple vista, parecen genuinos. Sin embargo, el cajero detecta algo extraño: los números de serie son demasiado perfectos, limpios y repetidos. Al ser inspeccionados en Washington, las autoridades descubren que estos no eran billetes falsos comunes, sino Supernotes —replicas de altísima calidad que incorporaban las mismas características físicas y de seguridad que los dólares oficiales.
El secreto de su perfección radica en la fabricación con materiales idénticos a los originales: un papel compuesto por un 75% de algodón y un 25% de lino. Además, la impresión se hizo usando prensas industriales de setenta toneladas, las mismas que emplea el gobierno estadounidense para fabricar moneda legítima. Estas prensas no son fáciles de conseguir; solo estados con altos recursos y tecnologías avanzadas podrían operarlas, lo que llevó a las investigaciones a un único sospechoso: Corea del Norte.
El nexo con Corea del Norte y la Room 39
Corea del Norte opera una entidad clandestina conocida como Room 39, dedicada a generar ingresos mediante actividades ilegales, incluyendo el contrabando, el tráfico de drogas y, en este caso, la falsificación de moneda. El acceso a tecnología avanzada para producir Supernotes ha sido atribuido precisamente a esta oficina secreta.
A lo largo de los años, estos billetes falsos no solo aparecieron en Filipinas, sino que se detectaron en casinos de Hong Kong, mercados en Rusia, y hasta fueron encontrados en maletas diplomáticas norcoreanas. La sofisticación era tal que los Supernotes incluían microtextos, marcas de agua y hasta errores diminutos, diseñados estratégicamente para que sus propios creadores pudieran identificar las falsificaciones auténticas dentro del mercado negro.
La respuesta de Estados Unidos y las operaciones encubiertas
Frente a esta amenaza, el gobierno de Estados Unidos desplegó una serie de operaciones encubiertas para desmantelar la red de producción y distribución de Supernotes. Agentes del FBI organizaron fiestas falsas en yates para atrapar a traficantes, infiltraron redes criminales en China y Taiwán, y lograron incautar millones de dólares falsificados en diferentes partes del mundo.
El punto de inflexión fue en 2005 cuando el Departamento del Tesoro bloqueó al Banco Delta Asia en Macao, una institución financiera que facilitaba el acceso del régimen norcoreano a dólares estadounidenses. Esta medida financiera asfixió las operaciones ilícitas del país y forzó a Corea del Norte a regresar a la mesa de negociaciones nucleares, con la condición explícita de que se levantaran las sanciones económicas.
La guerra silenciosa entre billetes reales y falsos continúa
La ironía de esta historia es impactante: Corea del Norte convirtió la falsificación del dólar en un arma financiera contra Estados Unidos, solo para quedar atrapado en el sistema monetario que intentaba sabotear. Desde entonces, cada rediseño del billete de cien dólares incorpora nuevas medidas de seguridad, convirtiendo la fabricación y detección de billetes falsos en una batalla constante.
Esta guerra silenciosa entre billetes auténticos y falsos no solo representa un desafío para los bancos y gobiernos, sino que también afecta al público común, que puede sin saberlo tener uno de estos Supernotes en su cartera. La sofisticación de la falsificación ha puesto en alerta a las agencias internacionales y subraya la importancia de la vigilancia y la innovación en la protección de la moneda.
Conclusión
La historia de los Supernotes fabricados por Corea del Norte es un claro ejemplo de cómo la tecnología y la clandestinidad pueden combinarse para desafiar incluso a los sistemas financieros más robustos del mundo. Esta operación no solo revela la capacidad del régimen norcoreano para llevar a cabo fraudes de altísimo nivel, sino también la resiliencia y respuesta estratégica de Estados Unidos para proteger su moneda y economía. En un mundo globalizado, la lucha contra la falsificación sigue
